En una época en que comenzaban a entrar en muchos hogares españoles los primeros PC, las consolas eran el divertimento preferido de niños y no tan niños, las aventuras gráficas eran el orden del día, y se podría hablar en general, de los 16 bits como un estándar en el campo de los videojuegos (Atari/Amiga/PC/Megadrive), una “aldea poblada por irreductibles hispanos”, resistía como podía la invasión tecnológica de los 16 bits.
La única máquina con la que contaba para hacer frente a esa invasión tecnológica a principios de los 90 , era la 2600 clónica, que cumplió con creces mis expectativas, aunque seguía sin ser un ordenador, que era lo que yo había querido tener desde siempre , esto es, recordemos, desde al menos 1985, hasta el invierno del año en que sucede este autobiográfico relato, 1991, unos 6 años de espera.
Durante esos años estuve esperando que el día de Reyes, sucediera el milagro, que al levantarme, me encontrara un Amstrad CPC o en su defecto un MSX , (mis dos ordenadores favoritos) bajo el árbol de navidad, o en cualquier otro rincón de mi casa, me daba igual.
Esto no ocurrió nunca, y conforme pasaba el tiempo, entre que cada vez se veían menos ordenadores de 8 bits y que ya había conseguido la navidad pasada una consola de videojuegos (por desfasada que estuviera), la intensidad de este deseo menguó hasta alcanzar unos niveles insignificantes.
Así que podríamos decir que, como todos los deseos insatisfechos, éste era un sentimiento que estaba ahí esperando cumplirse, aun sin ser consciente de ello, incluso de cara al año de las olimpiadas, 1992. Pero como sucede muchas veces, se cumple el deseo pero no la forma en que lo habíamos deseado, así que sucedió algo incomprensible para mi, si me lo hubiesen dicho 6 años antes, pues acabé en las navidades 91-92, con un Spectrum entre mis manos.

El Spectrum fabricado por Sinclair, fue uno de los ordenadores más populares de los 80, fue también el primer ordenador de muchos niños y adolescentes, pero en los 90, ya estaba de capa caída, solo continuaba teniendo algo de presencia en su cuna de origen, Reino Unido y en países de Europa del este.
Junto al Commodore 64, fue el ordenador más asequible en España, si tenemos en cuenta la regla de las tres «pes»: Precio, Prestaciones y Popularidad. Otras marcas podían competir, pero siempre fallaban en alguno de estos factores, un ejemplo de esto, puede ser Atari, que poseía además del renombre, una gama de ordenadores de 8 bits bastante atractiva, pero sin embargo no contaba con una buena distribución en nuestro país, lo que provoca un efecto en cadena de cara al usuario: menor distribución → menor publicidad → menor cantidad de software disponible → menor cantidad de usuarios → menor popularidad. Una vez rota la regla de las 3P, es infalible, nadie quiere comprar un producto que no le asegure un mínimo de continuidad en el mercado, y un niño no quiere un ordenador para el que no vaya a tener ni juegos ni amigos con los que poder compartir y cambiar esos juegos.

Comercialmente hablando, al principio de la década de los 90, la diferencia del Spectrum, respecto al Commodore 64, es que al contrario que sucedía con éste último, no tenia sucesor dentro de la familia de 16 bits, como era el Amiga de Commodore, así que muchos usuarios seguirían encontrando atractivo a su querido Spectrum, siempre que existiera software, sobretodo juegos, para su ordenador, y seguiría existiendo software, mientras hubiera una cantidad de usuarios considerable.
Esta larga permanencia en el mercado pudo haberse truncado a mediados de los 80, cuando en 1986, la compañía de Clive Sinclair no atravesaba sus mejores momentos, pero Amstrad, una de sus máximas competidoras directas, adquirió y asumió la producción a partir de entonces, de los siguientes modelos de Spectrum, junto con los derechos para utilizar la marca Sinclair en cada uno de ellos.
Así que al final, cosas de la vida , terminé teniendo un ordenador fabricado por Amstrad, aunque no era el CPC que había querido inicialmente.

Este modelo ya estaba fabricado por Amstrad, asi que en cierto modo, vi cumplido mi deseo de tener uno. La próxima vez, que escribais la carta a los Reyes, no os olvideis de especificar modelo y fabricante.
El Spectrum no me atrajo nunca en los 80, o al menos no me conquistó como sabían hacerlo otros modelos; se vendía el teclado suelto, sin monitor, los primeros modelos no incorporaban la unidad lectora de cassettes o discos, y que tal y cómo os expliqué en la anterior entrada, la experiencia a nivel de videojuego me resultó decepcionante, por mucho que el ordenador fuera más asequible que un CPC, no entraba dentro de lo que yo aceptaba como concepto de ordenador, tampoco por el factor estético, para mi era más bien, una “cucaracha” negra con teclas, y no supo cautivarme en ese momento.

La máquina alucinante, que entonces no me lo parecia tanto. No conquistas nada, con una ensalada, ni con ese teclado.
Pero unos años más tarde, en plena decadencia de todos los sistemas de 8 bits, de repente, algo me hizo cambiar la opinión que tenia sobre este ordenador, y me emperré en tener un Spectrum, aunque no fuera lo último. Este vuelco tan drástico, tuvo su origen un día cualquiera de otoño de 1991:
Tres amigos, que habíamos sido compañeros durante la EGB, la primaria de entonces, y que cómo se solía decir en las locuciones baratas de los trailers de las películas de alquiler , “vieron separados sus caminos debido al destino”, o lo que es lo mismo, tener que elegir entre Bachillerato o Formación Profesional, nos encontrábamos juntos de nuevo.

Libros génericos de EGB, todos eran iguales y los inventó Santillana. Primero llevaban unos circulos en la portada, y después cuadrados. Ni Warhol en su mejor época.
Chorradas aparte, voy a explicarlo mejor, Jonathan y yo, habíamos optado por estudiar F.P en la misma rama, y eramos del mismo barrio, así que nos veíamos casi cada día, y el tercero discordante, Fran, estudiaba BUP, con lo que nos veíamos menos.
No sé exactamente si quedábamos para ir a algún lugar en concreto o había otro plan, lo importante, es que Fran y yo; que habíamos quedado con Jonathan, al que de ahora en adelante llamaremos Jona (pronúnciese Yona), que era como solíamos llamarle; rara vez habíamos ido a su casa, sobretodo Fran, que seguramente era la primera vez que subía a su piso.
El caso es que subimos las escaleras, entramos y a mano derecha, nos encontramos a su hermano en su habitación jugando con un Spectrum +2A, el cual, tanto la tapa cómo las teclas del cassette incorporado, tenia la serigrafía desgastada, casi borrada por completo.
Mientras esperábamos a Jona, nos quedamos mirando la pantalla. Era una televisión antigua, en blanco y negro, de pocas pulgadas, diría que no más de 12”, que además, tenia una sintonización horrible, cuando el hermano del Jona, inició una conversación similar a esta:
– ¿Qué, pedazo de gráficos , eh?
– (Yo) Humm…… yo.. ¿Qué juego es? (Realmente, tal y como se veía, no me parecía el juego que creía que era, y no quería cagarla)
– Doble Dragón (no está mal escrito, es que se dice así XD )
– (Yo ) Ejmm… pues…lo estoy viendo en blanco y negro, pero lo veo con mejores gráficos que el de la Atari 2600. Deberías ver cualquier juego de la atari comparado con esto.
– Pues si este ordenador es una mierda…
A partir de aquí, no recuerdo si vino Jona y nos fuimos inmediatamente, creo que mi cerebro estaba más ocupado haciendo un backup del momento anterior, pero a Fran y a mi, que entonces sólo teníamos nuestras ataris para jugar, no nos pareció tan malo, ni el juego ni el ordenador.
Ambos habíamos visto y creo que catado por entonces la versión para 2600 de Double Dragon, y comparativamente, se veía mejor la versión de Spectrum. De acuerdo que esa versión no era la mejor: movimiento lento, carecía de música, y el haberlo visto en una tele tan mal sintonizada, no parecía favorecer demasiado al juego, pero la verdad es que no tenia color (literalmente) al lado de la versión para nuestras queridas Atari, había que admitirlo, los muñecos no eran palotes, y los escenarios estaban definidos.

Double Dragon de 2600 vs Double Dragon de Spectrum
Ni era la primera vez que veía un Spectrum, ni ese juego me parecía, analizándolo en frío, para tanto, pero si me parecía un salto, no sé si de calidad, pero si al menos, muy distinto respecto a los juegos que estaba acostumbrado a jugar con mi 2600 clónica.
Esta experiencia, al menos a mi, me provocó una especie de shock, de no ser por ese día, para mi este ordenador no habría existido, seguramente habría seguido conforme con mi consola, y cuando me hubiera cansado de ella, habría continuado con otra más moderna, pero a partir de entonces fue como si empezaran a activarse, sin avisar, una serie de relés en mi cabeza que me llevarían a una conclusión final. Este fue el primero de la serie.
Cómo digo veo algo borroso, que sucedió después, tengo una serie de recuerdos asociados al Jona, a su Spectrum, y al santuario en que se convirtió su casa a partir de entonces para nosotros.
En uno de esos recuerdos, sino fue el mismo día de lo del Double Dragon, tuvo que suceder prácticamente poco después, nuestro amigo, nos llevó hacia el salón, para enseñarnos uno de los muebles de comedor más “útiles” que he visto nunca.
El mueble bar, en lugar de contener lo típico: botellas, vasos, y demás cubertería o figuritas horteras, escondía una colección inmensa de juegos de Spectrum. Abrieras el departamento que abrieras, todo estaba repleto de juegos, en todos los formatos existentes en cassette, caja grande, mediana, pequeña, estuche, la típica jewel case, etc.
Pero no era lo único que escondían esos muebles de comedor, la mesita de tv, estaba repleta de ejemplares de Micromania segunda época y Microhobby. En realidad, prácticamente cualquier rincón de la casa escondía algo relacionado con el Spectrum. Creo que no exagero si digo que en algún formato u otro, tenia el 70% del catálogo de Spectrum entre esas paredes. Segundo relé activado.

No es ese mueble bar, pero para hacerse una idea, sirve.
Motivado por todo ello, las visitas con motivos ludopáticos a ese santuario del Spectrum, se fueron sucediendo. En una de esas visitas, mi amigo Jona cargó en su ordenador, una cinta que me enganchó de mala manera, este era “Batman: the movie”, probablemente uno de los mejores juegos de 8 bits.
Me quedaba embobado manejando a Batman, repetía la primera fase, vida tras vida, y no me importaba las veces que me mataran, la experiencia de juego era lo que más me interesaba, aunque si que al jugarlo en blanco y negro, intentaba imaginar como mejoraría el juego en color, pero como no había visto todavía ningún Spectrum conectado a una tele en color, no sabía que el juego era , a excepción del marcador, totalmente monocromo, con un fondo de color cyan.

La batmania: los cómics, la pelicula, la canción de Prince, y los videojuegos. Esta imagen s¡mula cómo se veria el Batman the movie en una tv antigua.
Llegué a quedar tan empachado del juego, a pesar de lo que me gustaba, que no volví a jugarlo hasta que tuve mi propia copia original del juego; meses, o puede que hasta un año más tarde, pero si puedo garantizar que junto a otros títulos como Quazatron o Jungle Warrior, fue uno de los máximos culpables en activar el tercer relé.
En una de esas otoñales tardes en las que realizábamos nuestra rutina, que consistía en salir de clase pitando para ver Bola de Drac Z (Bola de Dragón/Dragon Ball Z) y viciarnos al ordenador hasta quedar medio lelos, hasta que mi madre tenia que llamar a su casa para saber si existía o había sido abducído por un programa de ordenador, y no tenía que hacerme cena, me di cuenta, ojeando en la sección “Ocasiones” de Microhobby, que se vendían a un precio bastante interesante, incluso con juegos originales, por ejemplo, se podía encontrar un Spectrum + de 48K por sólo 10.000 pesetas (60 euros)
Con una cifra como ésta en mente, sabiendo, como ya sabía, que se vendían juegos originales desde 595 pesetas.(3,5€) , bastante menos de lo que me costaba el juego más barato de Atari, 1.000 ptas (6€), y que, en el peor de los casos, en caso de no poder comprar juegos, los podría obtener por medio de mi amigo, a modo de préstamo, o en forma de copia de seguridad (su hermano era muy receloso con el tema de prestar juegos), comenzaron a brillarme los ojos, pues veía una remota posibilidad de hacerme con un Spectrum de segunda mano.
El cuarto relé estaba a punto de activarse, pero no las tenia todas conmigo, sabía que de primera mano, no lo iba a obtener, no era muy caro, pero costaba unas 20.000 ptas, y con lo que costaba ya “mantener” una 2600 y alimentarla de buenos cartuchos, que cada vez que me compraba uno, aún siendo con mis ahorros, no era muy aceptado, comprar otro aparato, por muy obsoleto y barato que comenzara a estar, no iba a ser visto con buenos ojos. No dejaba de ser tecnología, y en general, salvo la televisión en color de 25” y el vídeo VHS, estaba condenada al veredicto de unos jueces que se podría resumir con esta sentencia: No lo entiendo, no sé como funciona, por tanto no sirve para nada más que gastar.
Entonces con una sobredosis de partidas al Jungle Warrior en mis venas, conseguí activar el cuarto relé, llegué a la hora de la cena a mi casa, y el resultado era inevitable, había conseguido activar todos los relés necesarios en mi cabeza, para obtener las palabras, quiero, mama, spectrum , un, y ordenarlas en el orden adecuado para formar una frase con sentido: Mama, quiero un Spectrum, a lo que mi madre respondería primeramente algo como: “Siempre estás pidiendo”, seguidamente de “¿Un qué? , a lo que me di cuenta de que para ella, el vocablo Spectrum no tenía sentido, y procedí inmediatamente a sustituirlo por la palabra ordenador.
Es cierto que sé que no sobraba el dinero, y que unido a la antipatía tecnológica que provocaba un rechazo auditivo a mis padres, el solo hecho de escuchar la palabra ordenador, no lo tendría fácil y sabía que tenía que actuar como un abogado defensor ya que ellos iban a actuar a la vez de fiscal, juez y jurado. Debía basar mi defensa en unos argumentos sólidos y convincentes, de otra manera, no obtendría el veredicto deseado.
El único argumento sólido que se me ocurrió, tras ver lo que costaba uno de segunda mano, y hacer un cálculo aproximado, es convencerles de que lo iba a pagar con mis ahorros, y que en caso de no alcanzarme el presupuesto para pagarlo entero, al menos pagaba la mayoría, y que cómo se acercaba la navidad, esperaba que pusieran ellos lo que faltaba a modo de regalo.
Pero si había algo en mi casa que caía peor que un ordenador, era un ordenador viejo, o cualquier otro aparato usado, daba igual. No se contemplaba esta opción, pobres pero apañados, sino se podía tener un bien de primeras, no se tenia.
Supongo que este «estigma» de mi infancia fue el causante de que actualmente la mayoría de mis bienes sean de segunda mano, salvo la comida y la ropa (y el papel higiénico XD ). Sin ir más lejos, el ordenador, el monitor y el teclado desde el que escribo este blog, son todos reciclados.
Y aquí es donde encontré en este obstáculo, mi mayor aliado, aceptaría que si no querían, no me ayudasen a obtenerlo, pero no me podían impedir de ninguna forma, que si lo pagaba íntegramente de mi bolsillo, me comprase lo que yo quisiera, por muy usado que estuviese.
Esos días, además de haber ojeado secciones de compra y venta en diversas revistas, había encontrado entre las páginas de un periódico, el anuncio de una conocida cadena de tiendas, donde se vendia un Spectrum +2 a 17.000 ptas.

Spectrum +2B Police Pack, un +2A de principios de los 90, Made in China.
Barajé la posibilidad de comprarlo, pero con mi dinero no me alcanzaba, tenia que seguir optando a algo de segunda mano. Supongo que como mis padres me vieron tan ilusionado y centrado en el tema, temían que al final les trajera a casa cualquier chatarra , pues para ellos el concepto de usado y barato iba unido a la idea de algo que no funciona.
Cuando faltaba poco para Nochebuena, me dieron la buena notícia, podia dejar de buscar entre la morralla de segunda mano,por fin me regalarian el ordenador que habia visto en el anuncio del periódico. Al fin se había cumplido mi deseo.
Y con la imagen del ansiado ordenador (que ni Escobar con Zipi y Zape y sus bicicletas) esperándome en la tienda, dejamos el relato por el momento.
En la siguiente parte, os contaré como el que prometia ser uno de los momentos más emocionantes de mi vida, tras tan larga espera, se convirtió , de repente, en un momento decepcionante.
Continuará…
Entrada dedicada a Jona y a Bruno Florindo.